lunes, 14 de febrero de 2022

Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca. Por Juan Díez Sanz.

Contexto histórico-cultural: España a inicios de la Edad Moderna.

El período se inicia con la consolidación de la unidad territorial por parte de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, que crean mediante enlace matrimonial (1469) un estado consolidado, fuerte y cristiano, el primer «Estado moderno» al inicio de una nueva etapa histórica que ellos mismos contribuyen a conformar políticamente, pero también social y espiritualmente. De hecho, los monarcas españoles se convierten no solo en artífices y pioneros de la misma en su configuración política, sino en genuinos referentes simbólicos e identitarios de la legitimación de la misma; verdaderos edificadores de la propia novedad de su tiempo en sus múltiples y entrelazadas dimensiones.

Bendición del Papa del nuevo estado cristiano.

El Papa Alejandro VI bendice la unión en la bula Si convenit en 1496. Se culmina la unificación territorial de la Península con la Toma de Granada en 1492, la anexión de Navarra en 1512 y se inicia la política de enlaces matrimoniales con Portugal, que finalmente dará sus frutos durante el siglo XVI, ya en tiempos de Felipe II.

Elogios a España de los grandes humanistas.

Todos estos logros van a ser mencionados y elogiados por los grandes intelectuales de la época, como será el caso del humanista europeo Erasmo de Rotterdam, o de Nicolás de Maquiavelo, quien en su obra El Príncipe, de 1513, alude en distintas ocasiones al Rey Fernando el Católico como verdadero artífice de la radical transformación de su modesto reino en un nuevo y pujante Estado:

“Vive en nuestros días Fernando de Aragón, Rey de España. Casi puede llamársele Príncipe nuevo porque se ha convertido, por propio mérito y gloria, de Rey de un pequeño Estado en primer soberano de la Cristiandad. Si examináis sus acciones, las hallaréis todas enormes y algunas extraordinarias. Al principio de su Reinado atacó el reino de Granada, empresa que fue el fundamento de su nuevo Estado.” 

(Maquiavelo, N., El Príncipe. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Alcántara. Editorial Planeta, Barcelona, 1983 (1513), pp. 103-104).

Erasmo de Rotterdam, el gran humanista europeo de la época, afirma sobre nuestra nación al inicio de la Edad Moderna:

“A esa vuestra España, que con tan buen suceso reivindica de su rincón oscuro la prístina gloria de la erudición. ¿Qué más podía desear España, floreciente en todo tiempo por la amenidad y fertilidad de su suelo, por la copiosa cosecha de ingenios eminentes y por sus lauros marciales, sino arrearse con las galas de la ciencia y de la religión? En ambas, con el favorable soplo de Dios, consiguió tal florecimiento en pocos años que a aquellas mismas regiones sobresalientes en este linaje de glorias puede darles envidia u ofrecerles ejemplaridad.”

Erasmo de Rotterdam: Carta a Francisco de Vergara (Basilea, 13 de octubre de 1527); en Obras escogidas, Epistolario VII, pág. 1724. 

El humanista europeo elogia no solo la ya conocida fecundidad agrícola de España (en buena medida fertilidad natural por su benigno clima templado y su latitud), sino el florecimiento cultural y científico que lo acompañan y al que se suma decisivamente un elemento religioso que sirve de soporte identitario haciendo posible el alumbramiento de una novedosa cosmovisión moderna de profunda inspiración cristiana, que el humanista no duda en considerar bendecida "con el soplo favorable de Dios", que es el verdadero nombre etimológico de la acción del Espíritu Santo en la Sagrada Escritura, en lengua hebrea, ruah, (literalmente soplo o aliento divino). 

El florecimiento civilizatorio parece precisar de una dimensión de prosperidad material, que viene de la mano en este caso de la consolidación territorial, de la superación de la disgregación política interior y de la consiguiente pacificación; pero también de un enriquecimiento y florecimiento cultural y de un novedoso desarrollo científico-técnico, y finalmente, del convencimiento de contar con el favor de la gracia de Dios, que dota de un sentido trascendente al proyecto, haciendo fructificar los esfuerzos humanos.

Los tres elementos -material, cultural y espiritual- convergen y configuran la circunstancia española de la época, como lúcidamente atestigua Erasmo, y se conjugan haciendo posible la fructífera cristalización de la cosmovisión cristiana de los españoles en ese momento histórico, que les hace ser portadores y transmisores del legado de la civilización en ese momento histórico como en su momento lo fueron los griegos o los romanos respecto a su propia época.

De la reconstitución de la España perdida al Descubrimiento de América.

Julián Marías en Cervantes clave española refiere así los diversos hitos de este resurgir de la nación española al inicio de la Edad Moderna:

“Hay un momento, a fines del siglo XV, en que se produce el cumplimiento, la realización de lo que había sido el programa o proyecto permanente desde comienzos del siglo VIII: la recuperación de la España perdida, el final de la Reconquista, cuyo resultado es la España reconstituida. Ese momento es la toma de Granada a comienzos del año 1492. Recuérdese aquella frase en la deliciosa enumeración de La Celestina: «ganada es Granada». Es un eco de lo que aconteció el 2 de enero, unos meses antes de la expedición de Colón hacia lo que debía ser América.”

(Marías Aguilera, J., Cervantes clave española, Alianza, Madrid, 1990, p.31.)

Realmente, el año de 1492 cobra una dimensión de hito militar y político, pero también cultural e identitario, con una proyección entonces impensada (e impensable en ese momento) de lo que va a suponer el descubrimiento y colonización de América.

El florecimiento de las letras hispanas: Nebrija y la primera gramática del castellano.

El humanista español Antonio de Nebrija (Sevilla, 1441 - Alcalá de Henares,1522), publica precisamente ese mismo año de 1492, su obra Grammatica que constituye no solo la primera gramática del castellano, sino también la primera gramática de una lengua romance, por lo que se convertirá en modelo y referente para todas las demás gramáticas de las lenguas romances europeas. 

Se suele considerar que el ilustre Siglo de Oro de las letras hispanas se inicia con esta primera gramática del castellano de Nebrija.

Asimismo, ese mismo año, el gramático sevillano publica un diccionario latín-español, y otro de español-latín, solo dos años más tarde, en 1494. Son hitos lingüísticos muy relevantes cultural y sociológicamente. Cabe recordar que la cultura hasta aquel momento estaba consignada en lengua latina y eran muy pocos los que tenían el dominio necesario de la misma, con la consiguiente limitación en el acceso a la educación y la cultura.

Prosigue Julián Marías en Cervantes clave española exponiendo sobre el contexto cultural en que nos encontramos:

“Antonio de Nebrija tiene una conciencia extrañamente clara de todo esto. Había nacido en 1441, vivió en tiempo de los Reyes Católicos, fue el mayor humanista español de su época y murió ya al inicio del reinado de Carlos V, en 1522. El mismo año 1492, en la dedicatoria de su Diccionario Latino-Español a don Juan de Estúñiga, habla con orgullo de que está enseñando Gramática  «en el estudio de Salamanca, el más lucido de España, y o consiguiente de la redondez de todas las tierras».”

(Marías Aguilera, J., Cervantes clave española, Alianza, Madrid, 1990, p.31.)

El gramático sevillano concluye hablando sobre la «redondez de la tierras» en misteriosa anticipación de la gesta que los españoles van a realizar solo unos años después, al circunnavegar por primera vez en la historia una Tierra que muchos consideraban plana, en un hito histórico asombroso y desmitificador como será la expedición de Magallanes y Elcano.

La decisiva ampliación del mundo y la exploración de lo desconocido.

Lo relevante es que, tras la consolidación de la unidad interna, los españoles se lanzan a la carrera de la exploración del mundo, siempre en rivalidad con Portugal, logrando una sucesión de hitos históricos y geográficos realmente impresionantes:

1492: Cristóbal Colón cruza el Atlántico y alcanza el Nuevo Mundo (América).
1513: Nuñez de Balboa cruza el istmo de Panamá y descubre el océano Pacífico, al que bautiza como Mar del Sur, pensando que se trata de un mar interior, sin apercibirse de sus verdaderas dimensiones.
1521: Fernando de Magallanes, naturalizado español, localiza el paso del Atlántico al Pacífico que lleva su nombre; y descubre, no sin sorpresa, la inmensa condición oceánica del Pacífico, que ocupa un tercio de la superficie terrestre, así como las islas de Guam y de Filipinas.
1522: Juan Sebastián Elcano, ante la muerte de Magallanes, lidera y culmina la Primera Circunnavegación de la Tierra tras una inmensa travesía sin escalas, tratando de evitar los enclaves portugueses.
1545: Yñigo Ortiz de Retez llega hasta Nueva Guinea.
1565: Legazpi crea el primer asentamiento español en el Pacífico (Cebú).
1565: Urdaneta descubre el tornaviaje, la ruta de retorno de Asia a América.
1568: Álvaro de Mendaña explora el Pacífico y alcanza las islas Salomon.
1595: Mendaña prosigue la exploración oceánica y alcanza las Marquesas.
1595: Isabel de Bareto se convierte en la primera mujer que lidera una expedición.
1602: Quirós llega a las Nuevas Hébridas, creyendo haber alcanzado la tierra Australis, a la que se aproximan.

Como vemos, se trata de una ampliación del mundo conocido sin precedentes, de unas dimensiones y relevancia histórica y geográfica sin paragón en la historia. Ni las grandes expediciones militares de Julio César o Alejandro Magno en la antigüedad, alcanzaron las dimensiones geográficas de las realizadas por los españoles en estos dos siglos.

Como señaló el epistemólogo Thomas S. Kuhn, autor de La estructura de las revoluciones científicas (1962), en su obra la Revolución copernicana de 1957:

“Columbus’ voyages and the subsequent travels of Magellan and others provided observational evidence for beliefs that had previously been derived solely from theory, and they supplied science with many unanticipated observations besides. The voyages would not have been undertaken, and the novel observations would not have accrued to the sciences, if a conceptual scheme had not pointed the way”

(Kuhn, T.S., The Copernican Revolution. Planetary Astronomy in the Development of Western Thought (1957), Harvard University Press, Cambridge, Massachusets and London, 1995, p. 40).

Tal como afirmamos, en libre traducción de Kuhn para una publicación con motivo del quinto centenario de la gesta circunnavegadora:

“Los viajes de Colón, así como los ulteriores de Magallanes y Elcano, y de otros navegantes españoles que les siguieron, proporcionaron evidencias observacionales a convicciones que hasta entonces solo se recogían en un esquema teórico, no evidente, no intuitivo. Por ello, estos marinos enriquecieron el edificio científico con una serie de observaciones absolutamente novedosas e insospechadas. Tales travesías nunca hubieran sido concebidas y emprendidas, ni las nuevas observaciones que de ellas se derivaron, habrían enriquecido las ciencias, sin un esquema conceptual que mostrara previamente el camino a seguir, la posibilidad efectiva de su realización.”

(Sánchez García, JL. y Díez Sanz JM., 500 años de la expedición española que completó la primera circunnavegación de la Tierra, en Cuadernos de Investigación Histórica, n.36, Fundación Universitaria Española, Madrid, p. 45).

Grandes empresas renacentistas de España.

La mayor o menor amplitud de miras que dominó la escena española en el siglo XVI dio pie a la discusión sobre la existencia, o no, de un verdadero Renacimiento en España, y en todo caso, sobre su homologación y hasta qué punto con el europeo, puesto que el español revistió los caracteres propios de la peculiar circunstancia de aquel tiempo, que estuvo dominada por dos grandes empresas o desafíos de la nación española asumidos conjuntamente por la Corona y la Iglesia:
  1. El deber Real e Imperial de preservar la unidad de la fe católica en Europa ante la expansión del protestantismo.
  2. La organización y evangelización de América, proyección a la que contemplaron y nombraron como la «Nueva España».
De la proyección española en América cabe destacar que los territorios americanos no fueron nunca colonias y que los españoles desarrollaron un novedoso y original debate sobre la legitimidad moral y legal de su conquista (hasta entonces impensable) y fueron muy críticos con su propia acción colonizadora, precisamente porque encontraron en la evangelización la justificación y legitimidad moral para su presencia y expansión en América. 

Si hubo excesos de facto con los nativos americanos, desde luego siempre fueron denunciables y sancionables de iure. En la mayoría de los casos denunciados por los propios españoles peninsulares, a instancias de denuncias realizadas por los misioneros, porque la legislación les amparaba, y porque la voluntad y la resolución de los soberanos en hacerla cumplir siempre fueron evidentes (como se constata en las sucesivas disposiciones recogidas en las Leyes de Indias), por más que las peculiares circunstancias que se dieron, sobre todo la gran distancia con la Península Ibérica, hiciesen a veces poco menos que imposible la supervisión directa y muy complejo el esclarecimiento de los casos y la sanción efectiva de los abusos.

La Monarquía universal: «El imperio donde no se ponía el sol»

Con la llegada de la Casa de Austria al trono español, proseguirá la expansión territorial y la consolidación de los reinos peninsulares iniciada por los Reyes Católicos, que conducirá a la configuración de la Monarquía Hispánica como una auténtica Monarquía universal y, a la postre, a la hegemonía de España en el mundo.

En la época de Felipe II se alcanza, aunque durante un corto periodo la ansiada unificación con Portugal (1581-1640), para formar la Unión Ibérica, que muchos expertos consideran el gran logro de España en la Edad Moderna.

La Escolástica tardía española o Segunda escolástica.

La característica más llamativa del pensamiento español en la Edad Moderna es el florecimiento de una potente y original orientación escolástica propia. Cabe recordar que la escolástica cristiana se había cultivado durante muchos siglos en Europa, donde realmente tuvo su prevalencia en la Edad Media. En España, sin embargo, perduró en la Edad Moderna y tuvo una vigencia y fecundidad posterior, en la llamada Segunda escolástica o escolástica tardía española, con consecuencias jurídicas, económicas, políticas y morales de gran alcance y repercusión. 

Pero, ¿por qué se produjo este florecimiento tardío en España? Explicaba el catedrático de metafísica de Barcelona, Eudaldo Forment al respecto:

“Hay lo que se llama la Segunda Escolástica, porque España no renunció nunca a los ideales cristianos de la Edad Media y por esto fue a evangelizar a América, continuó con la filosofía cristiana de la Edad Media y con la teología cristiana. Y por ello , hay grandes figuras en España, también en Italia, de esta Segunda Escolástica” 

Eudaldo Forment, La escolástica (Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=BfXOh3-kWOc)

Julián Marías explicaba así este florecimiento propio y singular de la filosofía escolástica en la Península Ibérica:

“Los grandes teólogos se enfrentan con los problemas que ha planteado la Reforma; además, reafirman la tradición escolástica frente a la crítica de los renacentistas; se vuelve al tomismo y a las grandes obras sistemáticas de la Edad Media, pero no para repetirlas, sino para comentarlas y aclararlas; en realidad, para hacer una fecunda labor original. Además los escolásticos españoles se plantean una serie de problemas políticos y sociales que el Renacimiento había hecho cuestión; así, el derecho internacional es un tema importante en ellos, y se enlaza con la cuestión de la condición de los indios, en el Nuevo Mundo recién descubierto. […] Este florecimiento, sin embargo, fue efímero. Quedó reducido a España y Portugal, y después de la muerte de Suárez, en 1617, la Escolástica entra en decadencia.” 
 
(Marías, J., Historia de la filosofía, Madrid, Alianza Editorial, p. 197). 

Tras la ampliación del mundo conocido realizada por portugueses y españoles a finales del s. XV, el gran desafío que tuvieron los pensadores de la Escuela de Salamanca de los siglos XVI y XVII, fue tratar de determinar el status socio-jurídico y el trato que se debía dispensar a los nativos de los pueblos de los nuevos territorios descubiertos en el Nuevo Mundo, que no se consideraron colonias, sino dominios españoles de pleno derecho y por tanto sujetos a la misma legislación peninsular.

La Escuela de Salamanca.

El término «Escuela de Salamanca» se utiliza para designar de manera colectiva a un amplio grupo de pensadores, eminentes filósofos, teólogos y juristas, vinculados con la ciudad de Salamanca, que llevaron a cabo un renacimiento del pensamiento en la Península Ibérica durante los siglos XVI y XVII. 

Estos pensadores configuraron un nuevo marco para la reflexión jurídica y la consideración de los problemas sociales al inicio de la Edad Moderna. 

La mayor parte de ellos fueron profesores universitarios, españoles y portugueses, que se plantearon problemas económicos, morales y jurídicos en la estela intelectual y pedagógica abierta por Francisco de Vitoria en la Universidad de Salamanca. 

En su mayoría fueron teólogos y juristas. En la  imprecisa nómina de miembros adscritos a la escuela figuran intelectuales ilustres como Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Alcalá, Martín de Azpilicueta, Tomás de Mercado, Diego de Covarrubias, Juan de Mariana o Francisco Suárez, todos ellos iusnaturalistas y moralistas.

Teólogos y juristas acreditados e intelectuales rigurosos, se comprometieron con la búsqueda de soluciones teóricas y prácticas a los problemas de su tiempo asumiendo la tarea de reconciliar el humanismo cristiano y la doctrina tomista con el nuevo orden social y económico que se estaba configurando a inicios de la Edad Moderna. 

Pensadores de Salamanca

La nómina de pensadores adscritos o relacionados con la escuela es muy amplia, por mencionar solo algunos de los principales ó más conocidos citaremos los siguientes nombres:

Francisco de Vitoria (1483 – 1546) fraile dominico, filósofo, economista, jurista y profesor en la Universidad de Salamanca. Inspirador de la Escuela de Salamanca, variante muy original e influyente de la Escolástica española de los siglos XVI y XVII. Lo vamos a ver con más detalle.

Domingo de Soto (1494 – 1560) sacerdote, fraile dominico de orientación tomista y teólogo. Fue Profesor de Metafísica y de Teología en Salamanca, confesor de Carlos V y teólogo imperial en el Concilio de Trento (1545).

Participó de la polémica de los naturales (indígenas ó indios) en Valladolid (1550-51) y asesoró a la Corona en la resolución que condujo a la ampliación de los derechos de los nativos americanos: libertad y derechos de propiedad, así como de abrazar el cristianismo, puesto que su humanidad ya había quedado establecida bajo influencia de los dominicos y ratificada por el Papa Paulo III en la encíclica Sublimis Deus (1537). 

Luis de Alcalá (1490 – 1549) teólogo franciscano, catedrático de Teología en la Complutense de Alcalá de Henares, economista y pensador moral reflexionó sobre la licitud de los préstamos sometidos a interés.

Martín de Azpilicueta (1491 – 1586) sacerdote, teólogo, filósofo, economista y jurisconsulto. Profesor en Tolouse, Cahors, Coimbra y Salamanca. Consejero del Reino de Navarra y dos veces propuesto como cardenal.

Tomás de Mercado (1530 – 1576) teólogo dominico y economista, influido por Aristóteles, el humanista Juan Luis Vives y Santo Tomás de Aquino.

Diego de Covarrubias (1512 – 1577) jurista, político y eclesiástico, hijo del arquitecto de la catedral de Toledo, su hermano Antonio de Covarrubias y Leyva fue profesor de Derecho en Salamanca y Consejero del Reino de Castilla. Asistió a la clausura del Concilio de Trento en 1563 como parte de la delegación española.

Juan de Mariana (1536 – 1624), jesuita, bajo tutela directa de San Francisco de Borja, teólogo, historiador y economista. Redacto una Historia de España en 30 volúmenes. El Instituto Juan de Mariana con prestigiosos economistas como Juan Ramón Rallo, rememoran su figura y su legado.

Francisco Suárez (1548 – 1617), jesuita, teólogo, jurista y filósofo, máximo representante de la Escolástica tardía española, máxima expresión del pensamiento filosófico y teológico español en la Edad Moderna.

Temas de interés y ámbitos de reflexión de los pensadores de Salamanca.

Los principales temas que centraron las reflexiones de los pensadores de Salamanca fueron los problemas del hombre y la vida en sociedad, las cuestiones práctico-morales: problemas sociales, económicos, jurídicos, políticos, legales y morales. 

Aunque no elaboraron una doctrina única, suscrita por todos, como lo prueban los desacuerdos o, incluso, las agrias polémicas entre ellos, que demuestran la vitalidad intelectual de la Escuela. 

El interés por esta escuela ha oscilado a lo largo de la historia. No es fácil despreciar el valor su pensamiento si uno busca orientaciones morales bien fundamentadas y razonadas. El interés de las cuestiones tratadas, la lucidez de sus reflexiones y sus meditadas resoluciones resurgen periódicamente con una fuerza renovada.

Reflexión jurídica y moral original y sustantiva.

Los filósofos, teólogos y juristas de la Escuela de Salamanca se plantearon particularmente el problema de la legitimidad y la validez de las normas éticas y jurídicas al ser consultados por la Corona española a propósito de la consideración, el status socio-jurídico y el trato, que debían dispensar los españoles a los nativos americanos. 

Cabe recordar que los territorios americanos nunca fueron colonias, sino territorios españoles de ultramar con las consecuencias legislativas y jurídicas que ello supuso. Si bien la peculiar situación de desvalimiento de los nativos hizo aconsejable la creación de instituciones ad hoc como la encomienda que hubieron de ser no solo legisladas, sino  organizadas y supervisadas para tratar de evitar abusos en unos territorios tan alejados de los centros de poder. La existencia de nativos en estos territorios propició un debate y una reflexión filosófica sobre la consideración antropológica de estas personas.

Fundadores del Derecho Internacional moderno.

El dominico Francisco de Vitoria, en su obra De indis (1532), expresó su postura ante el conocimiento de diversos excesos cometidos en los territorios americanos. En ella Vitoria afirma que los indios no son seres inferiores, sino que poseen los mismos derechos que cualquier ser humano y son dueños legítimos de sus tierras y bienes. 

Con ello los pensadores salmantinos comienzan a modelar a inicios de la Edad Moderna el Ius Gentium ó Derecho de Gentes, un precedente del Derecho Internacional moderno suscitado a raíz de problemas sociales y jurídicos derivados del descubrimiento y organización de los territorios americanos. 

Francisco de Vitoria (1483 -1546), fundador de la Escuela.

Nació en Burgos en el año 1483. En el mismo inicio de la Edad Moderna, una nueva época en que se lleva a cabo la configuración de la nación española como primer estado moderno de Europa, tras el enlace matrimonial en 1469 entre la Reina Isabel I de Castilla y el Monarca Fernando II de Aragón. Aderezado por la culminación de la Reconquista y la unificación territorial, con la Toma del Reino Nazaharí de Granada, la expansión atlántica que llevó al descubrimiento de América (1492) o la Primera Gramática del Castellano por Antonio de Nebrija en el mismo año.

Vitoria fue un fraile dominico español que realizó importantes contribuciones a la filosofía moral y la filosofía del derecho. En sus reflexiones sobre la legitimidad de las normas, Vitoria sentó las bases del derecho internacional y la economía moral con unos planteamientos renovados desde una reflexión basada en la filosofía aristotélico-tomista, el derecho natural y el humanismo cristiano.

Fue catedrático de Teología en la Universidad de Salamanca con solo 35 años, donde impartió clases durante más de 20 años. Fue el verdadero inspirador y uno de los máximos exponentes de la Escuela de Salamanca, en la que se formaron o concurrieron muchos de los más ilustres intelectuales españoles de la época para plantear y debatir los grandes problemas de la sociedad española de la Edad Moderna.

Obra y legado de Francisco de Vitoria.

Escribió muy poco, casi no tenemos ni imágenes suyas, aunque el valor de sus contribuciones fue decisiva y en muchos campos. Se han escrito sobre él más de 6.000 publicaciones de la más diversa índole y en los más variados campos: filosofía, derecho, moral, comunicación, pedagogía, etc.

Fue, ante todo, un profesor universitario, algunos destacan que fue sobre todo un verdadero maestro, con una gran preocupación por sus alumnos. Empleaba un estilo sencillo y elegante en sus clases. Entre otras innovaciones propició mejoras en la metodología pedagógica como la de tomar apuntes durante las clases.

Dos años antes de su fallecimiento fue invitado a ir al Concilio de Trento, donde la Iglesia de su tiempo preparaba su reforma para afrontar un nuevo tiempo. Sin embargo, Francisco de Vitoria ya mayor y cansado excusó su asistencia señalando que se preparaba ya para partir hacia otros lugares. Falleció en Salamanca en 1546, dejando tras de sí un legado decisivo e irrepetible que tuvo amplias repercusiones en otros muchos pensadores y consejeros.

Preocupaciones políticas, religiosas y morales de Vitoria.

Se pueden agrupar en torno a 3 cuestiones ó núcleos temáticos:
  1. El establecimiento del Estado moderno como esfuerzo de objetivación y legitimación del poder soberano. Es la configuración del estado como novedosa instancia de poder que se sirve de una serie de instrumentos como el ejército o la hacienda, pero que ante todo debe legitimar su propia existencia y razón de ser ante la tradición, la moral -y su referente en el bien común- y la religión.
  2. La Reforma como esfuerzo necesario de reconsideración del mensaje cristiano y renovación de la Iglesia, que a la vez supone una dolorosa ruptura en el seno de la cristiandad que signará la historia de Europa y del mundo -y la hegemonía española- durante toda la modernidad.
  3. Preocupaciones epocales derivadas del descubrimiento de América y otros hitos: el desafío de aventurarse en el océano, la superación de la superstición y los mitos desde el conocimiento y la razón, la deslumbrante ampliación del mundo conocido, la primera circunnavegación de la Tierra, la ignorancia de los clásicos sobre muchas cuestiones, el cuestionamiento de sus postulados, el problema de los nativos o indígenas, la condición socio-juridica de los nuevos hombres encontrados.
Francisco de Vitoria, asesor jurídico de la Corona.

Vitoria fue consultado por la Corona Española en diversas ocasiones respecto a la legislación de los territorios españoles de ultramar, para evitar abusos con los nativos. Entre otras iniciativas, Carlos V convocó en 1540 una Junta legislativa que se reuniría en la Universidad de Salamanca, para atender las demandas de reorganización que los humanistas venían reclamando. Fueron invitados destacados juristas, religiosos y teólogos, entre los cuales se encontraba Vitoria, por lo que influyó en la legislación de las Leyes de Indias de 1542.

Vitoria, defensor de los Derechos Humanos.

Una de las grandes preocupaciones y motivaciones de la reflexión moral y jurídica de Francisco Vitoria fue la consideración de la dignidad humana y su prevalencia en las cuestiones prácticas: en el ordenamiento jurídico, en la economía, en la educación, etc. Siempre desde el respeto a los derechos humanos con base en el derecho natural.

Reconocimiento en la ONU.

Francisco de Vitoria murió, como hemos dicho en Salamanca en 1546. El paso del tiempo solo ha acrecentado el valor de sus inquietudes y la actualidad de sus reflexiones, en un hombre que fue un adelantado a su época.

En reconocimiento a su temprana y  fundamentada defensa de los Derechos Humanos y la dignidad de la persona, una de las salas de la sede de la ONU, en Ginebra, lleva hoy su nombre. En uno de los murales de la sala está representado Francisco de Vitoria impartiendo clase en la Universidad de Salamanca, tal como hizo en vida.

Por Juan Díez Sanz.

Bibliografía:

Forment, E., La escolástica (Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=BfXOh3-kWOc)

Kuhn, T.S., The Copernican Revolution. Planetary Astronomy in the Development of Western Thought (1957), Harvard University Press, Cambridge, Massachusets and London, 1995.

Maquiavelo, N., El Príncipe. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Alcántara. Editorial Planeta, Barcelona, 1983 (1513).

Marías Aguilera, J., Cervantes clave española, Alianza, Madrid, 1990

Marías, J., Historia de la filosofía, Madrid, Alianza Editorial.

Rotterdam, E. De: Carta a Francisco de Vergara (Basilea, 13 de octubre de 1527); en Obras escogidas, Epistolario VII,

Sánchez García, JL. y Díez Sanz JM., 500 años de la expedición española que completó la primera circunnavegación de la Tierra, en Cuadernos de Investigación Histórica, n.36, Fundación Universitaria Española, Madrid